Marzo de 1994. Álvaro del Portillo, Obispo Prelado del Opus Dei, viaja en peregrinación a Tierra Santa, con el objetivo de cumplir un sueño de San Josemaría Escrivá, fundador del Opus Dei, fallecido hace ahora 50 años, el 26 de junio de 1975.

Beato Álvaro del Portillo en Tierra Santa 1994
Del Portillo, hoy beato Álvaro, visitó los Lugares Santos con la devoción del peregrino y la responsabilidad del pastor, que se sabe acompañado por los fieles del Opus Dei y miles de amigos del mundo entero. La víspera de su regreso a Roma, el 22 de marzo, celebró misa en la iglesia franciscana del Cenacolino, el lugar más cercano al Cenáculo histórico. Nadie podía sospechar que sería su última misa: falleció en su casa de Roma en la madrugada del día 23.
Su sucesor, Javier Echevarría, que le había acompañado en la peregrinación, impulsó la creación y desarrollo de una iniciativa en Tierra Santa al servicio de los visitantes y peregrinos del mundo entero. Por unanimidad, desde el primer momento, el proyecto recibió el nombre de Saxum -roca- apelativo afectuoso que san Josemaría utilizaba para llamar a Álvaro, cuando era solamente un joven estudiante de ingeniería.

Bendición de la construcción con el obispo Javier Echevarría
Entre mis recuerdos de esos años, finales de los 90, está el entusiasmo con el que un grupo de amigas comenzamos a recaudar fondos para un proyecto que, al menos en mi caso, estaba convencida de que serían otros quienes lo verían hecho realidad.
No podía siquiera imaginar que algún día viviría en Jerusalén y tendría la posibilidad de asistir a la inauguración de Saxum Visitor Center en 2019: un centro multimedia explicativo de Tierra Santa en donde cada civilización parece destruir por completo la anterior. Sin embargo, más allá de las apariencias, todo aquí habla de eternidad: de una Alianza Eterna, de una Promesa de salvación, hecha por Dios a los hombres en el principio de los tiempos, que recorre transversalmente la Historia de la Humanidad como un hilo invisible.

Mapa localizacón de Saxum en Abu Ghosh
Jerusalén -Tierra Santa- es lugar de encuentro; o, visto desde otro ángulo, de búsqueda. Recibe a gente de todo el planeta que busca a Dios con corazón sincero, o que no lo buscaba, pero que se lo topa de pronto porque algo le interpela y necesita saber, necesita entender, necesita conocer. Quizá, incluso sin formularlo, el atractivo que ejerce esta Tierra para cuantos de algún modo se acercan a ella, es que cada uno, desde su personal identidad de origen, lengua, religión, tradición, etc. puede reconocerse en ella. Y es precisamente eso lo que le da un estilo cosmopolita único y contrapuesto al de las grandes urbes de Occidente que, de pronto, resultan excesivamente homogéneas.
Aquí es fácil comprender que, en realidad, no es el hombre quien busca a Dios; sino Dios mismo quien, con paciencia infinita, sale al encuentro de los hombres, de cada hombre y de cada mujer, generación tras generación.
Por Camen Rodríguez Eyre

Grupo de África en Saxum 2025

Saxum Visitor Center