El Cenáculo y Pentecostés

Jun 21, 2023

San Marcos narra: “Entonces envía dos de sus discípulos, y les dice: ‘Id a la ciudad, y os saldrá al encuentro un hombre que lleva un cántaro de agua. Seguidle, y allí donde entre, decidle al dueño de la casa: ‘El Maestro dice: ¿Dónde tengo la sala, donde pueda comer la Pascua con mis discípulos?’ Y él os mostrará una habitación en el piso de arriba, grande, ya lista y dispuesta. Preparádnosla allí.” (Mc 14: 13-15)

Sala del Cenáculo, Jerusalén

Sala del Cenáculo, Jerusalén

Sala del Cenáculo, Jerusalén

Sala del Cenáculo, Jerusalén

Las iglesias (Hagia Zion, Mater Omnia Ecclesiarum) asociadas al Cenáculo han sufrido destrucciones a lo largo de la historia. Los restos del Cenáculo en la habitación del piso de arriba siguen siendo un lugar imprescindible para los peregrinos cristianos que vienen a Jerusalén. Es la sala donde Jesús comió su última cena con los Apóstoles, donde instituyó la Eucaristía anticipando su muerte y resurrección, donde los Apóstoles parecen haberse congregado después de la muerte de Jesús. “Subieron al Cenáculo, donde vivían, Pedro, Juan, Santiago y Andrés, Felipe y Tomás, Bartolomé y Mateo, Santiago de Alfeo y Simón el Zelotes, y Judas el de Santiago. Todos ellos perseveraban unánimes en la oración, junto con algunas mujeres, y con María la madre de Jesús, y sus hermanos” (Hechos 1: 13-14).

Cristo resucitado se aparece dos veces en este lugar a los Apóstoles, aún temerosos porque no han recibido el Espíritu Santo. En la primera aparición de Jesús, Tomás no estaba presente. Ocho días después, ya presente Tomás, declara su fe en Jesús resucitado: “Señor mío y Dios mío.” Aquí, en el Cenáculo, descendió el Espíritu Santo. “Al cumplirse el día de Pentecostés, estaban todos juntos en un mismo lugar. Y de repente sobrevino del cielo un ruido, como el de un viento que irrumpe impetuosamente, y llenó toda la casa se hallaban. Entonces se les aparecieron unas lenguas como de fuego que se dividían, y se posaban sobre cada uno de ellos. Quedaron todos llenos del Espíritu Santo.” (Hechos 2: 1-4).

Aunque actualmente no se permite el culto, cada año en el domingo de Pentecostés, los franciscanos en Jerusalén se reúnen para orar en el Cenáculo. Todos los presentes recitan el Padre Nuestro en su propia lengua, permitiendo a los peregrinos experimentar de alguna manera el pasaje de Hechos 2:4: “Quedaron todos llenos del Espíritu Santo y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les hacía expresarse.”

Por Maryann Cenzon

Sala del Cenáculo, Jerusalén

Sala del Cenáculo, Jerusalén

Sala del Cenáculo, Jerusalén

Sala del Cenáculo, Jerusalén

 

 

 

 

 

 

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