Me acerqué hasta la Iglesia del pueblecito costero donde estaré unos días y, de pronto, un niño se me abalanzó. ¡Era Nick!, mi amigo de un vuelo corto hace poco más de dos años. Nos abrazamos como viejos amigos. Está más alto, pero igual. Detrás de él apareció una señora mayor: intuí que era su abuela.
– ¿Sigues en Jerusalén? Me preguntó, con sus aires de chico mayor.
– ¡Claro! Solo estoy aquí de vacaciones.
– Oye, me dijo sin más preámbulos, como si estuviésemos de nuevo en el avión. – ¿En Jerusalén hay también una tumba de la Virgen?
Me eché a reír.
– Es que el 15 se celebra en el pueblo la… -dudó buscando la palabra y su abuela le ayudó: la Asunción de María- ¡Eso!: me ha dicho mi abuela que Ella también está en cuerpo y alma en el cielo con Jesús. ¿Es cierto?, ¿Está también vacía su tumba? ¿Va mucha gente a verla?…
Ante el aluvión de preguntas, interrumpí con una sonrisa:
– ¡Nick!, una a una. Sí; la Virgen María es la Madre de Jesús: lo llevó en su barriga, lo crió, lo acompañó siempre y estuvo al pie de la cruz, firme, viéndole morir… Y Jesús le pidió a Juan uno de sus amigos más queridos que cuidará de ella….

Abadía de la Dormición – Hagia María, Jerusalén
Me interrumpió impaciente:
– ¿Pero murió y resucitó como Jesús? ¿Existe una tumba vacía y la gente hace cola para verla?
Sonreí: -Sí Nick, está en el cielo en cuerpo y alma ¡para siempre… ¡Pero -no le dejé que me interrumpiera otra vez- no se sabe si murió o no! Unos dicen que se durmió y los ángeles se la llevaron al cielo; otros afirman que murió realmente y que, al tercer día, apareció Tomás, uno de los discípulos que venía de viaje y quiso verla por última vez; pero, cuando entraron al sepulcro, estaba vacío.
-¡Pero al final todos dicen lo mismo: que Jesús se la llevó con Él al cielo en cuerpo y alma! afirmó la abuela de Nick.
-Así es; en Jerusalén hay dos iglesias para celebrarlo: la Dormición, de los benedictinos alemanes y la tumba de la Virgen, cerca de Getsemaní, de los ortodoxos, aclaré dirigiéndome a su abuela.

Abadía de la Dormición – Hagia María. Jerusalén
-¡Bien por Jesús! Dijo Nick, acompañando las palabras con un gesto deportivo de triunfo. ¡Si yo tuviera poderes, haría lo mismo!
-Pero, además -añadí aprovechando la pequeña pausa- fue también un super detalle con nosotros; tenemos la seguridad de que también resucitaremos. En María está nuestra esperanza, porque en Ella se ha cumplido la Promesa de salvación, que nos hizo Dios desde el principio del mundo.
-Por eso le pedimos, intervino nuevamente su abuela: “ruega por nosotros’ santa Madre de Dios, para que seamos dignos de alcanzar ¡y gozar!, las promesas de nuestro Señor Jesucristo.”
– Oye, me dijo Nick: ¿Te vas a quedar más? Tengo muchas preguntas….
Por Carmen Roriguez Eyre