El túnel de Ezequías es uno de los lugares bíblicos más emblemáticos de Jerusalén. Miles de visitantes acuden cada año a recorrerlo caminando en el agua. Su historia se remonta al reinado de Ezequías, cuando el rey de Judá lo hizo excavar en previsión de un asedio del ejército asirio del rey Senaquerib.
Teniendo en cuenta los recursos disponibles en la época, el túnel de Ezequías fue una proeza técnica. Dos equipos de zapadores tenían la tarea de excavar un canal para conectar la fuente de Guijón con la piscina de Siloé. Menos de 400 metros separan ambos lugares. Sin embargo, el túnel se extiende a lo largo de más de 533 metros. Varias veces, los zapadores tuvieron que rectificar el rumbo, a veces orientándose con el ruido de las picas del otro equipo. Por eso el trazado del túnel zigzaguea bajo el suelo de la antigua ciudad de David. Una inscripción grabada por los propios trabajadores inmortaliza el momento en que los dos equipos de zapadores hicieron su unión.
“los zapadores golpearon, cada uno en dirección a su compañero (…) y de repente las aguas surgieron del manantial y fluyeron hacia la piscina”.
Inscripción de Siloé, Estambul (Wikipedia)
Aunque ni Ezequías ni ningún otro personaje de alto rango venga mencionado en esta inscripción que sólo expresa el entusiasmo de unos obreros e ingenieros, orgullosos de su hazaña, el hecho mismo de excavar un túnel para desviar las aguas de Guijón encaja con la historia bíblica narrada en el segundo libro de las Crónicas:
“Vino Senaquerib, rey de Asiria, invadió Judá, sitió las ciudades fortificadas y ordenó conquistarlas. Ezequías advirtió que Senaquerib venía dispuesto a atacar Jerusalén. Reunido en consejo con sus jefes y guerreros, les propuso cegar los manantiales que había fuera de la ciudad; ellos lo apoyaron (…), diciéndose: “Cuando vengan los asirios, ¿por qué han de encontrar agua en abundancia?”. (2 Crónicas 32,1-4)
En el 701 a.C., Senaquerib había levantado un formidable ejército para reducir a la obediencia a los reinos vasallos de Siria. Damasco-Aram, Judá y los filisteos buscaban la alianza con Egipto contra Asiria. Mencionada en varios lugares de la Biblia (Isaías 36-37, 2 Reyes 18-19, 2 Crónicas 32), la campaña de Senaquerib está documentada por crónicas asirias y hallazgos arqueológicos.
“El año catorce del rey de Ezequías, Senaquerib, rey de Asiria, marchó contra todas las ciudades amuralladas de Judá y se apoderó de ellas. Ezequías, rey de Judá, envió un mensaje a Senaquerib, que estaba en Laquis. El mensaje decía: “He faltado. Retírate y pagaré cuanto me impongas.” El rey de Asiria impuso a Ezequías, rey de Judá, el tributo de 300 talentos de plata y 30 talentos de oro. Entregó Ezequías todo el dinero que se encontraba en el templo del Señor y en los tesoros del palacio real.” (2 Reyes 18,13-15)
Los anales de Senaquerib, escritos durante su vida en acadio sobre prismas de cerámica, relatan más o menos los mismos hechos:
“Pero Ezequías no se sometió, así que ataqué 46 grandes ciudades, fortalezas y plazas fuertes, cuyo número no tiene parangón (…). En cuanto a él (Ezequías), lo encerré en la ciudad de Ursalimmi (Jerusalén), su capital, como a un pájaro en una jaula.” (Prisma de Taylor)
Anales de Senaquerib/ prisma de Taylor (Wikipedia)
Existen ciertos desacuerdos entre las versiones de la Biblia y la recogida en los anales de Senaquerib. Uno de ellos toca el importe del tributo impuesto a Ezequías. Según los anales de Senaquerib, sumaba 800 talentos de plata y 30 talentos de oro, mientras que la Biblia habla de 300 talentos de plata y 30 talentos de oro. Sin embargo, el relato bíblico, sí, parece confirmar las hazañas del rey asirio, que redujo a cenizas la mayoría de las ciudades fortificadas de Judá.
Asediar Jerusalén no merecía la pena, desde el punto de vista de Senaquerib. Desde Laquis, se conformó con enviar su copero a la Ciudad Santa (2 Reyes 18:17 ss. e Isaías 36:1 ss.). Los anales del rey de Asiria no mencionan este episodio, pero sí, confirman lo que nos dice la Biblia sobre la posición incómoda de Ezequías, encerrado en Jerusalén “como un pájaro en una jaula.”
Lo que cambia entre los dos relatos es la forma en que se salvó Jerusalén. Según los anales de Senaquerib, fue a costa de un fuerte tributo y de la entrega de las fortalezas de Judá a unos reyezuelos filisteos leales a Asiria. Según la Biblia, fue obra de Yahvé quien, en un primer momento, encargó al profeta Isaías levantar el ánimo de Ezequías. Después, ante el endurecimiento de los asirios (¿o el fracaso de las negociaciones?) y las palabras blasfemas de Senaquerib y de su copero, Yahvé hizo caer su ira sobre el campamento asirio:
“Aquella noche el ángel del Señor avanzó y golpeó en el campamento asirio a 185,000 hombres”(Isaías 37,36)
Como era de esperar, el suceso no aparece en los anales de Senaquerib. Sin embargo, es posible que el ejército asirio se haya retirado apresuradamente de Judá porque una conspiración contra Senaquerib se tramaba en Nínive. Allá, los propios “hijos Adrammelek y Sareser lo mataron a espada” (Isaías 37,38). Esta última tragedia explica por qué, en el bajorrelieve de Senaquerib, el rostro del rey haya sido borrado por sus asesinos.
Detalle del bajorrelieve de Senaquerib (Wikipedia)
Este bajorrelieve que relata el asedio de Laquis ornaba las paredes del palacio de Senaquerib en Nínive. Está ahora expuesto en el British Museum, junto con los prismas de Senaquerib. Ambos artefactos completan y confirman en gran parte la versión de los hechos tal como nos la relatan las fuentes bíblicas. Todas estas fuentes históricas, a las que conviene añadir los hallazgos arqueológicos espectaculares de las últimas décadas, convergen para hacer de la expedición de Senaquerib en el año 701 a.C. uno de los eventos mejores documentados de la historia bíblica.
Por Henri Gourinard
